10.3.14

Josefina Aldecoa y la literatura sobre mujeres

No hay que confundir literatura masculina y literatura femenina como opuestas o muy diferentes. Yo sólo distingo entre literatura buena y mala.
Me interesan mucho las mujeres desde el punto de vista literario. No creo que hayan faltado en la literatura, porque desde el siglo XIX se ha hecho mucha introspección en lo femenino. Pero sí que ha habido más incorporación de la mujer a la literatura en el siglo XX.

Mis valores y mi vocación vienen de mi formación personal, porque mi madre y mi abuela las dos eran maestras que participaban de la ideología del Instituto Libre de Enseñanza, una institución que nación a finales del siglo XIX con idea de renovar la educación en España, y luego mi madre fue maestra en la República, que fue un momento en que se dio un gran impulso a la educación con un matiz mucho más europeísta y se pretendía adelantar mucho la educación en el país, pero la etapa fue muy breve y no se logró.

En todo lugar en el que se convive se crea un fondo común, todos tienen sus propias historias y van surgiendo. En la vida siempre hay dramas escondidos y poco a poco aparecen. En mi novela, las mujeres van contando sus problemas. Quizá la mujer tiene más facilidad para mostrar su interior, porque el hombre tiene las mismas crisis, pero es más reacio a contarlas.

La principal diferencia es que ahora la madre trabaja, y antes no. El problema se da, por tanto, a la hora de conciliar el trabajo y el cuidado de los hijos. Este problema es a veces un verdadero tormento para la mujer, y como eso debe ser así por encima de todo, ya que una de las conquistas de la mujer en el siglo XX es el trabajo, pues la sociedad y las instituciones tendrían que colaborar, ayudando a la mujer a seguir adelante. En mi época, efectivamente, yo fui pionera, porque escribía y, además, monté un colegio. Pero en la actualidad, que la mujer está plenamente integrada en el mercado laboral, habría que exigir medidas, como la flexibilidad de horarios para la madre, sobre todo, hasta que sus hijos tengan una edad determinada. Esto ocurre ya en otros países europeos, por lo que España debería adaptarse y no quedarse en segundo lugar. Yo, cuando monté el colegio, tampoco sabía qué hacer con mi hija, que tenía cuatro años. Por eso, inicialmente, este centro surgió como jardín de infancia para acoger a los hijos de mi grupo de amigos, que estaban en mi situación.

No hay que confundir literatura masculina y literatura femenina como opuestas o muy diferentes. Yo sólo distingo entre literatura buena y mala.

Antes de que muriera Franco, ya había empezado a cambiar la sociedad, ya que los cambios sociales van siempre por delante de los políticos. En los años sesenta, la gente cambió en muchos aspectos en España, y ya se respiraba el ansia de libertad, que se reflejaba en la literatura. Pero hasta los años setenta, los cambios no son oficiales, y uno de los principales problemas es el uso de la libertad en todos los sentidos.